viernes, 2 de noviembre de 2012

De pintura.

Cuando le conocí pensaba que pintaba a aquella mujer porque era la mujer de su vida.

Cuando conocí a a su mujer, creí que podría ser su amante; ya que aquella no se parecía en nada.

Cuando conocí a su amante, pensé en la mujer de sus sueños.

Pero al poco descubrí la verdad. Siempre pintaba a la misma mujer, no porque la amara, era más simple: había comprado una plantilla barata.


2 comentarios:

  1. muy bueno, tienes material de sobra para cuentos en dos suspiros

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  2. Ay... que simple es la realidad, y que maravilloso es el mundo de la imaginación!
    Un abrazo, Rufino.

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