viernes, 23 de abril de 2010

Deseo.

Pasando por la playa dio una patada a una lata de refresco. Emanó una nube negra de la que una voz dijo:

- Soy el genio del refresco -eructó- te concedo un único deseo.

Sorprendido por la aparición del genio, miró la lata y comprendió que sólo fuera un deseo -era de marca blanca.

- Quiero ser el hombre más rico del mundo.

- Deseo concedido -eructó y desapareció.

Al volver a casa, se fijó que no había coches en las calles salvo alguno destartalado. Pocas luces y mucha gente buscando en los contenedores. Al llegar a su casa, la vio como siempre.

- Vaya mierda de genio.

Miraba a su alrededor y entonces comprendió; seguía igual y sin embargo era el hombre más rico del mundo.

6 comentarios:

  1. Sabia vuelta de tuerca al genio (en la botella) de Stevenson.

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  2. Me pareció muy original. Sólo un pero, una impresión, pero tú decides, por supuesto. A mí el final me parece demasiado explicativo. A partir de "Miraba a su alrededor..." lo veo innecesario. La idea se capta perfectamente antes de llegar incluso a "Vaya mierda de genio". Yo cerraría la historia justo ahí.

    Un saludo

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  3. Muy bueno Rufino, me gustó mucho. Ojalá nadie se cegara con el poder y siguiera siendo igual...
    Cariños!

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  4. Gracias a todos por los comentarios.

    Sobre el cierre, Jesús, puede que tengas razón. En ese momento ya se sabe lo que pasa así que el resto puede que sobre.

    Lo meditaré con calma. Muchas gracias

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  5. Ingeniosísimo micro. Me ha encantado descubrir tu blog. Te enlazo ahora mismo para leerte a menudo. Coincido con un comentario anterior sobre el cierre. Quizás, y sólo quizás, obviando la última frase resultaría más contundente. Saludos.

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